“Me gustaría hacer saber a otros padres lo que les puede pasar a sus hijos”.
A los 14 años de edad, Pantera empezó a notar cambios repentinos en su salud: tenía sed todo el tiempo, sufría dolores de cabeza y cambios de humor. Pero nada era tan extraño como el anillo de color oscuro al rededor de su cuello. Al principio, su madre pensó que sólo era suciedad, pero los médicos le dijeron que el anillo significaba que la insulina no estaba funcionando bien y que era probable que la adolescente llegara a tener diabetes tipo 2.
La diabetes es una enfermedad crónica que afecta la forma en que nuestro cuerpo metabolizar la azúcar.
La oscura pigmentación, que se puede encontrar en los pliegues cutáneos del cuello, las axilas o la ingle, es conocida como “acantosis nigricans”. Se trata de un trastorno pigmentario, que se origina cuando se incrementan las cantidades de insulina activa.
Los expertos dicen que en la actualidad, la diabetes tipo 2 es más común que nunca en niños y jóvenes.
Lamentablemente, progresa más rápido en los niños y es más difícil de tratar.
Pantera todavía no tiene edad para manejar, pero debe tratar la diabetes como si fuera una adulta inyectándose insulina todos los días. Junto a su madre, esperan que su historia puedan inspirar a otras familias, para que tomen consciencia de lo importante que es una alimentación saludable.
“Me gustaría hacer saber a otros padres lo que les puede pasar a sus hijos, porque incluso si nadie es diabético en su familia, la enfermedad puede aparecer. Las cosas con las que alimentan a sus hijos y que piensan que están bien, como nuggets de pollo y las patatas fritas y los chips, no están bien. No están bien. Los padres tienen que controlar lo que comen los hijos, porque tiene un efecto permanente en su salud “.
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