El camionero recoge a madre e hija de noche. Pero cuando duermen él se dirige a un lugar impensado

Rumiko Kawaguchi, de Kawagoe, Japón, tiene 15 años y su gran sueño es ser piloto.  En 2010 se presentó a las pruebas para asistir a la prestigiosa escuela de Wajima, donde podía dar clases para cumplir su sueño. Un día antes de la importante prueba que determinaría el resto de su vida, la adolescente y su madre,  Susana, llegaron a la estación de Niigata a medianoche. Su plan era tomar allí el tren nocturno hasta Wajima. Pero eso nunca ocurrió. A causa de una terrible tormenta de nieve, el tren había sido cancelado...hasta próximo aviso. 







Desesperada, Rumiko se echó a llorar. ¿Cómo iba a llegar a tiempo a la prueba, que comenzaba a las 9 de la mañana en Wajima? Pero su madre no se dio por vencida. "Vamos a hacer autoestop", decidió. Madre e hijo atravesaron la tormenta y llegaron a la próxima autopista, donde pasaron una hora haciendo señas a los conductores con la esperanza de que alguno parara. Finalmente un vehículo se detiene y las lleva 20 km hasta la próxima estación de tren. Pero aún no pasa ningún tren. Sin saber qué hacer, Rumiko y Susana comienzan a caminar de nuevo. Son ya las 5 de la mañana; solo 4 horas antes de la gran prueba.  Las dos llegan a una gasolinera donde ven un enorme camión. 


El camionero accede a llevarlas a la ciudad de Kanazawa, de camino a Kobe, donde pueden tomar un autobús de 2 horas que las lleve a su destino. El hombre se presenta como Yokoyama y escucha la historia de su increíble odisea, que aún no ha finalizado. Él aconseja a las dos mujeres que descansen mientras conduce. Pero al llegar a la intersección donde habría de girar hacia Kanazawa, de pronto toma un giro totalmente distinto. Volviéndose hacia Rumiko y Susana, les dice: "Os llevaré hasta Wajima."


Madre e hija no encontraban palabras para agradecérselo. Yokoyama llamó a su cliente para decirle que llegaría 4 horas tarde, y se apresuró a llegar a su nuevo destino. Exactamente a las 8:50, 10 minutos antes de que comenzara la decisiva prueba, llegaron. En la escuela todos se sorprenden al ver a un camión detenerse y dejar a una alumna que pensaban que ya no venía. Rumiko y Susana le dan las gracias efusivamente a su salvador y le piden su nombre completo y dirección para poder agradecérselo adecuadamente más tarde. Pero el señor le resta importancia con un gesto y se marcha, tras decir: "No se preocupe. Tengo una hija de la misma edad y entiendo cómo se siente".


Pero cuando la chica se sentó y le dio la vuelta a su examen, no pudo creer lo que pedía la primera pregunta: “Describe una experiencia que te haya conmovido en tu vida". Sin dudarlo un segundo, Rumiko se dispuso a describir los sucesos de ese día, la calidez que sintió por parte de ese hombre que recogió a dos extrañas y la madre que nunca perdió la esperanza y se pasó horas intentando que un coche se detuviera".  
¿Y lo mejor de todo? ¡Rumiko fue aceptada en la escuela para pilotos! La escuela había encontrado al hombre que las llevó para agradecerle su gesto, pero lo primero que Yokoyama preguntó al responder fue “Y cómo fue tu prueba?” Se alegró mucho de que Rumiko fuera aceptada, pero no quiso aceptar nada a cambio: “No hice nada extraordinario". 


Más adelante, Rumiko entró en la Escuela de Aviación japonesa. Ha seguido su sueño gracias a su madre, que no se rindió, y al señor que solo le dio su nombre. Si la amabilidad de Yokoyama-san y la determinación de madre e hija también te maravillaron, comparte esta historia con todos tus conocidos. Genial!