Esta es una verdadera historia de superación. José Manuel Roas y Maite son un matrimonio de Sevilla, España, con 5 hijos. Pero la vida no ha sido ni mucho menos fácil para esta alegre familia. El cuarto de los hijos, Pablo ha tenido problemas desde que nació. Su madre estuvo 2 horas en la sala de partos antes de poder dilatar, y según sus palabras "Pablo nació muerto". "Incluso lo bautizamos allí. Pero minutos después, los riñones empezaron a funcionarle y, aunque con problemas, siguió viviendo". Pablo sufre la enfermedad de West, y por falta de oxígeno al nacer, tiene parálisis cerebral, no puede caminar y tiene convulsiones. "Aunque ahora está muy controlado"- explica su madre.
Para su padre, Pablo es el "ángel, el príncipe de la casa". José Manuel es profesor de educación especial y un verdadero adicto a las carreras. Pero un verano se le ocurrió algo que cambió su vida y la de su hijo: decidió llevarse a Pablo a correr. Como vio que su hijo disfrutaba mucho, siguió con la costumbre. Al principio solo acudían a carreras nocturnas. Para José Manuel, correr con su hijo es como "correr dopado". Según él, la silla de su hijo se ha convertido en su andador y sin ella no podría ya correr. "Y lo de correr dopado es porque muchas veces vas más pendiente de él, de si va bien colocado, si está bien, etcétera que de mí, y vas más distraído también. Además llevo un añadido de motivación con él” "En la carrera nocturna Pablo empezó a chillar en cuanto lo saqué de casa. Yo pensaba que iba a parar, pero cuando veía a la gente, no podía parar".
Pero el padre de Pablo tenía ya algo más grande en mente: correr el Zurich maratón de Sevilla. Era algo que le hacía especial ilusión, pese a que podía hacer demasiado frío para Pablo por la mañana. Entonces decidió unirse a la carrera a la mitad, cuando la maratón pasaba por su casa. Sin embargo, no fue nada fácil y José Manuel se alegró de no haberla hecho completa porque no hubiera podido terminar. Pero al año siguiente fue la prueba definitiva para esta especial pareja de carrera. José Manuel quería hacer la maratón de principio a fin. Para ello se preparó mucho más que la vez anterior, entrenándose más días y kilómetros de los que estaba acostumbrado. Y de tanto esfuerzo se sobrecargó la rodilla. El objetivo de este valiente profesor corría peligro. Si la rodilla le fallaba durante la carrera, tendría que decir adiós.
Por fin llegó el día de la carrera, el día decisivo. Para las primeras horas de la mañana, de más frío, el padre lo metió en un saco de dormir. Los primeros km fueron bien. Sin embargo, en el km 30 todo cambió. "La rodilla me empezó a molestar mucho y no podía parar de pensar en ella. Me daba pena porque sabía que podía significar el final. Pero también estaría contento por haber hecho esos 30 km con Pablo". En el kilómetro 35 la cosa empezó a ponerse difícil, pero este valeroso padre no perdía el ánimo ni la esperanza. Pablo ya iba muy cansado y su padre veía que la cosa iba mal. "Pablo grita, por dios, grita"- le decía.
Pero cuando finalmente llegaron al kilómetro 38, sabían que la carrera estaba prácticamente hecha. Por fin, 4 horas y 50 minutos después de salir, padre e hijo cruzan la meta. Para este abnegado padre, el momento en el que él y su querido hijo acabaron los 42.195 metros fue especialmente emocionante. "Después de verte con un hijo así, con tantas dificultades y ver que los dos podemos completar juntos una maratón, fue increíble. Sobre todo con lo bien que se lo pasó él. Recuerdo que cuando llegamos al estadio y enfilamos la recta ya empecé a gritar: ‘¡Lo hemos conseguido, Pablo, lo hemos conseguido!’. Le cogía las manos y él se puso a gritar también y fue una cosa súper emocionante”.
Pero esto no es todo: José Manuel no solo recibió la recompensa de ver a su hijo feliz, sino que ganó el premio "la vida es el mejor deporte" de la publicación Sportlife. Y ahora espera poder correr también la maratón de Londres con su hijo, el príncipe de su casa, la persona que mantiene unida a su familia. "No soy un héroe. Solo soy un padre feliz de ver disfrutar a su hijo"- cuenta el orgulloso padre.
La abnegación y amor de este padre por su hijo son realmente increíbles. Las personas somos verdaderamente increíbles cuando queremos. Si a ti también te lo parece, comparte esta increíble historia de superación con tus amigos.