Es probable que esta situación te resulte familiar: y te envuelves inmediatamente en una toalla que colocas alrededor de tu cuerpo antes de correr el riesgo de que un atisbo de carne quede expuesta. Puede que lo hagas porque en tu piso hace un frío inaudito durante el invierno o porque sencillamente es la manera más rápida de evitar que chorree agua al suelo. Sea por el motivo que sea, los expertos en psicología están de acuerdo en que estás cometiendo un error fatídico para tu autoestima.
“Observarnos a nosotros mismo en cueros ayuda a dejar de ser tan negativos sobre nuestro cuerpo. En realidad tiene bastante sentido hacerlo porque, normalmente, el espejo suele estar justo ahí delante de nosotros, “pero lo cierto es que la mayoría de nosotros hace un esfuerzo para evitar mirar nuestros cuerpos desnudos” asegura la experta, quien aconseja que poco a poco convirtamos esta dinámica en un hábito diario hasta conseguir que “se normalice la experiencia”.
Reforzar tu aseada autoestima
Por lo general, tenemos la tendencia a concentrarnos en nuestros defectos en lugar de en nuestras virtudes. Que si cuanta celulitis tienes, que si tú calva ha crecido de un mes para otro o los ‘menudo barrigón he echado’, son algunas de nuestras frases tipo al vernos sin ropa.
Para la inmensa mayoría se cumple la máxima de que ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’ y empezamos a recordar lo bien que teníamos la piel antes, a qué altura estaban nuestros muslos y pechos hace tan solo un par de años o lo arrugado que se nos está quedando el rostro. “Nos paramos a pensar de qué maneras podriamos mejorar, pero cuanto más nos centramos en nuestras imperfecciones más las magnificamos y a la larga tratamos de evitar mirar nuestro cuerpo”, los expertos recomiendan no caer en la critica de nuestra figura y no dejar de ser partícipes de cómo cambia y evoluciona nuestro cuerpo.
Las comparaciones nunca fueron (ni serán) buena
Pero aún hay más. “Como es natural, nos comparamos con los demás”, incide la psicóloga. Y no es la única que subraya este hándicap como otro de los grandes errores que cometemos al vernos recién duchados: “El instinto comparación es también un problema porque nuestras mentes tienden naturalmente a buscar lo que la sociedad asume como la perfección, y cuando no nos vemos con cuerpos de modelos cosa que raramente ocurre sentimos que físicamente no damos la talla”. Por ejemplo, tras observar nuestro reflejo cada día enumeramos cinco cosas sobre nuestro cuerpo que nos gustan o que han mejorado. “Puede ser algo tan pequeño como que nos guste la forma en la que llevamos pintadas las uñas. Parece poco pero puede suponer un cambio transformador”. Adquiriendo este sencillo hábito que apenas nos llevará unos pocos minutos, tampoco vayamos a quedarnos helados contemplando nuestro desnudo integral, al poco tiempo no tendremos que ‘echarnos flores’ cada vez que salgamos de la ducha, “seremos mucho más positivos con nuestro aspecto al natural”, sin complejos.
Pero aún hay más. “Como es natural, nos comparamos con los demás”, incide la psicóloga. Y no es la única que subraya este hándicap como otro de los grandes errores que cometemos al vernos recién duchados: “El instinto comparación es también un problema porque nuestras mentes tienden naturalmente a buscar lo que la sociedad asume como la perfección, y cuando no nos vemos con cuerpos de modelos cosa que raramente ocurre sentimos que físicamente no damos la talla”. Por ejemplo, tras observar nuestro reflejo cada día enumeramos cinco cosas sobre nuestro cuerpo que nos gustan o que han mejorado. “Puede ser algo tan pequeño como que nos guste la forma en la que llevamos pintadas las uñas. Parece poco pero puede suponer un cambio transformador”. Adquiriendo este sencillo hábito que apenas nos llevará unos pocos minutos, tampoco vayamos a quedarnos helados contemplando nuestro desnudo integral, al poco tiempo no tendremos que ‘echarnos flores’ cada vez que salgamos de la ducha, “seremos mucho más positivos con nuestro aspecto al natural”, sin complejos.
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